La adversidad forma parte de la vida y en estos momentos más que nunca lo sabemos. Las adversidades están presentes a lo largo de nuestra vida, tarde o temprano pasaremos por situaciones difíciles; esto nos va a ocurrir en mayor o menor medida a todos.

No estamos exentos de ellas, no somos ajenos al SUFRIMIENTO, y muchas veces, ese sufrimiento se convierte en un canal de APRENDIZAJE. Vivir la realidad, sufrirla, asimilarla, interiorizarla hasta llegar a aceptarla y superarla es fundamental para que la experiencia nos ayude y son claves para la SOLUCIÓN.

Por eso es necesario elegir la manera en la que le haremos frente, y esa elección se llama ACTITUD RESILIENTE.

En un artículo anterior que escribí también sobre la resiliencia hablaba de la importancia de la actitud con la que afrontamos las situaciones difíciles, es decir, ante una desgracia nosotros podemos elegir que actitud queremos adoptar, si una actitud positiva o negativa, nosotros elegimos. Y me remitía a Michel Manciaux (médico, profesor y también director de la Organización Mundial de la Salud para Europa) para expresar que existen personas que al enfrentarse a un trauma o una desgracia permiten que éstas los superen, pero hay otras que no lo permiten y que consiguen continuar con su vida sin problemas; él decía exactamente: “muchas personas llevan esta actitud a un nivel superior y transforman ese trauma en algo positivo; es decir, que ese problema los ayuda a desarrollar recursos para sobrevivir que creían no poseer”.

Ante la adversidad podemos presentar diferentes tipos de patrones de comportamiento, esto quiere decir que ante una situación problema concreta podemos reaccionar de diferentes formas. Estas serían las siguientes: la rebelión, el victimismo, la parálisis y la resiliencia.

Sin duda, la elección más inteligente y la que nos llevará a sentirnos mejor será la RESILIENCIA. Esa capacidad que tiene una persona o un grupo para recuperarse frente a la adversidad y seguir proyectando su futuro. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento. Se trata de una respuesta común como forma de ajuste frente a la adversidad.

Así, pues, todas las personas podemos desarrollar resiliencia en una situación extrema. Cuando la persona se comporta de manera resiliente no es que no sufra y experimente dificultades o angustias, sino que elije salir de ese estado emocional fortalecido.

Pero, ¿cómo podemos desarrollar esos recursos? Veamos a continuación cuales son los pilares de la RESILIENCIA:

1. Autoestima consistente. Es el fundamento de los demás pilares y es el fruto del cuidado afectivo hacia uno mismo. Conecta contigo para conocerte mejor y así poder apreciar lo positivo que hay en ti y aceptar tus debilidades y fracasos.
2. Introspección. Es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. Nos lleva a tomar consciencia de nosotros mismos y de lo que nos rodea con mayor claridad a través de la observación. Reflexionar nos ayuda a entender, a analizar las causas y responsabilidades de la adversidad que se sufre y buscar soluciones para afrontarla, cambiándola si es posible y si no, aceptándola.
3. Autonomía. Ser personas autónomas implica tener habilidades que permiten tener sus propias elecciones, tomar sus decisiones y responsabilizarse de las consecuencias de las mismas. La autonomía se aprende y se adquiere a lo largo de la práctica, a través de la experiencia personal y social. Con ella podemos desarrollar un proyecto vital basado en la propia identidad personal y tener control sobre uno mismo.
4. Responsabilidad. Hacerse cargo de las cosas que ocurren alrededor y tomar las riendas pensando que algo podemos hacer por cambiarlas nos hace fuertes y nos moviliza hacia la acción. Responsabilizándonos de lo único que tenemos control y poder absoluto, nuestras emociones, pensamientos y acciones.
5. Afrontamiento siendo flexibles y adaptándonos a un nuevo escenario. Tenemos la capacidad para adaptarnos al medio, ayudemos a nuestro cerebro a conseguirlo, no nos resistamos. La flexibilidad también nos puede ayudar a ver las cosas desde otras perspectivas, siendo más abiertos podremos ver otros escenarios y nuevas oportunidades.
6. Atención al presente. Vivir en el aquí y ahora, el presente, es un hábito que debemos poner en práctica. Dejando de lado la nostalgia del pasado y la incertidumbre del futuro. Vivir lo único real que tenemos nos lleva a valorarlo más y disfrutar de las pequeñas cosas que nos hacen la vida más agradable en el día a día.
7. Optimismo. Siendo realistas las cosas pueden ir mal y pueden ir bien, entonces, ¿qué trabajo nos cuesta elegir pensar en positivo y pensar que las cosas pueden ir bien? Un pensamiento positivo nos lleva a sentirnos bien y recargar nuestro sistema inmune, merece la pena vislumbrar un futuro mejor.
8. Capacidad de relacionarse y empatía. Las personas resilientes valoran y cuidan las relaciones sociales. Saben que necesitan cubrir su necesidad de afecto y brindan su amor y ayuda a los demás. Establecer relaciones íntimas nos proporciona una red de apoyo importante en los momentos difíciles.
9. Tolerancia a la frustración. El ser humano tiende a querer controlarlo todo en su afán de encontrar la seguridad que necesita, sin darse cuenta que eso es imposible. Una sensación de falta de control nos pude llevar a estados de tensión y estrés, para evitarlos podemos aprender a gestionar la incertidumbre, no adelantarnos a lo que puede pasar, y aceptar y afrontar lo que vaya viniendo.
10. Iniciativa. El gusto de exigirse y ponerse a prueba en través de nuevos aprendizajes promoviendo nuevas tareas. Planteándose objetivos nuevos e ilusionándose con ellos.
11. Humor. El sentido del humor, la risa, nos salva de muchas penas. Encontrar lo cómico en la propia tragedia permite disminuir sentimientos negativos aunque sea transitoriamente y soportar situaciones adversas. Nos ayuda a superarlas y mantenernos fuertes y optimistas ante la incertidumbre.
12. Creatividad. El hecho de tener que reinventarse en su nuevo espacio de vida incentiva la creatividad como posibilidad constructiva en un entorno de incertidumbre y complejidad. La creatividad es una cualidad que hace posible los procesos de adaptación y que se evidencia de forma exponencial en aquellas personas que han tenido que superar condiciones desfavorables.
13. Moralidad. Desear el bien a todos independientemente de buscar el propio bienestar. En momentos de crisis es importante desear al bien común y comprometerse con los valores humanos esenciales.