Las personas vamos desarrollando pensamientos, ideas, creencias a lo largo de nuestra vida en base a nuestras vivencias y experiencias, por la educación recibida y por la influencia de nuestro entorno social. Algunas veces cuando tenemos una creencia determinada es porque nos ha sido útil en algún momento dado, otras, sin embargo, no nos han servido para nada, pero le hemos dado una credibilidad absoluta.

Pongamos el ejemplo del elefante encadenado, un cuento de Jorge Bucay que nos ayuda a entender mejor este tema de las creencias. El protagonista de la historia, un niño al que le gusta ir al circo para ver los animales se pregunta por qué el elefante del circo, tan fuerte y poderoso, no se libera de la pequeña estaca a la que lo atan después del espectáculo. Un día, un amigo muy sabio le ofrece una respuesta: “El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado desde que era muy, muy pequeño. En ese momento, intentó liberarse con todas sus fuerzas sin conseguirlo. Desde entonces cree que es imposible”.

En este cuento vemos claro que el elefante ya de adulto tendría suficiente fuerza para tirar de la estaca y soltarse, sin embargo no lo intenta porque siempre ha pensado que no podría. Porque de pequeño no tenía la suficiente fuerza y dejó de intentarlo.

Del mismo modo, las personas tenemos pensamientos que no nos cuestionamos y que pueden estar limitándonos y no permitiéndonos crecer y avanzar. Algunos ejemplos serían: “no soy capaz”, “nunca voy a gustar a nadie”, “si hablo en público se van a reír de mí”, “la gente no cambia”, “no me gusta pedir ayuda, yo puedo sólo”.
Las creencias limitantes condicionan por completo nuestra vida, y normalmente no somos conscientes de que las tenemos. Son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas y/o alcanzar nuestros deseos. Es algo que realmente no es cierto, pero que en nuestra mente si lo es y eso hace que influyan en nuestras decisiones, actitudes y comportamientos.

El poder de estos pensamientos puede acompañarnos a lo largo de toda la vida si lo permitimos. Por eso es tan importante que reflexionemos sobre posibles creencias limitantes, tomemos conciencia de ellas y las cuestionemos. Así podremos modificarlas y nuestra actitud será distinta; lo que hará que los cambios que deseamos puedan darse.
Os propongo un ejercicio que os ayudará a trabajar las creencias limitantes que puedan estar produciendo cierto malestar en vosotros.

1. Escribe en una lista las creencias unidas a mensajes limitantes que habéis recibido en la familia, colegio, trabajo, con los amigos,…
2. Observa las sensaciones corporales y emociones que os despiertan.
3. Con cada una de ellas respira hondo y haz como si salieran de ti.
4. Imagínate haciendo aquello que siempre te habías negado.
5. Libérate de prejuicios y abre tu mente a nuevas experiencias.
6. Pasa a la acción.
7. Prémiate cada vez que te des cuenta de que has superado una creencia que te limitaba.

Espero que llevando a cabo este ejercicio os empecéis a sentir más ligeros y más libres. Las creencias limitantes pesan en nuestra mochila de la vida y hay que ir soltándolas por el bien de nuestra salud física y emocional. ¡A soltar!